Desde el momento en que un bebé llega al mundo, comienza a comunicarse con su entorno a través del llanto, las sonrisas, los gestos y el contacto. Aunque todavía no puede hablar, su mundo emocional ya está en formación. Por eso, hablar de emociones desde los primeros meses no es un lujo ni un detalle secundario: es una herramienta poderosa que impacta directamente en su desarrollo emocional, cognitivo y social.

Las emociones: el primer lenguaje del ser humano

Antes de pronunciar sus primeras palabras, los bebés ya expresan emociones básicas como alegría, miedo, enfado o tristeza. Estas respuestas no son simples reacciones instintivas: son la base sobre la que se construyen habilidades fundamentales como la autorregulación emocional, la empatía y la inteligencia intrapersonal.

Según Daniel Goleman, pionero en el estudio de la inteligencia emocional, reconocer, nombrar y comprender las emociones desde edades tempranas ayuda a los niños a desarrollar conciencia de sí mismos y a establecer relaciones más sanas en el futuro. En otras palabras, cuando enseñamos a un niño a entender lo que siente, le damos herramientas para comprender el mundo y a sí mismo.

Por qué hablar de emociones desde el nacimiento

  • Fortalece el vínculo afectivo

Nombrar y validar las emociones crea un puente emocional entre el bebé y sus padres. Cuando un adulto responde de forma sensible (“Veo que estás frustrado porque no puedes alcanzar ese juguete”), el niño se siente comprendido y seguro, lo que refuerza el apego y la confianza.

  • Favorece el desarrollo del lenguaje emocional

Al escuchar palabras como “feliz”, “triste”, “molesto” o “asustado”, el niño empieza a asociar sensaciones internas con palabras concretas. Esta relación temprana entre emoción y lenguaje es clave para que, más adelante, pueda expresar lo que siente en lugar de reaccionar impulsivamente.

  • Promueve la autorregulación emocional

Un niño que aprende a reconocer lo que siente puede encontrar estrategias para calmarse, pedir ayuda o gestionar situaciones difíciles. Este proceso, que inicia con la guía del adulto, será la base de su inteligencia emocional futura.

  • Construye autoestima y seguridad

Validar las emociones comunica al niño que sentir está bien, que sus emociones importan y que él mismo importa. Este mensaje repetido desde bebé fortalece su autoestima y le enseña a aceptarse tal y como es.

Cómo hablar de emociones con tu hijo desde bebé

No necesitas esperar a que tu hijo hable para empezar a construir su inteligencia emocional. Aquí algunas estrategias sencillas:

  • Nombra las emociones cotidianamente: incluso si aún no habla, describe lo que crees que siente: “Estás feliz porque mamá te cargó” o “Te asustaste con el ruido fuerte”.
  • Usa libros y cuentos: la literatura infantil es un recurso poderoso para hablar de emociones de forma natural y divertida.
  • Refleja sus expresiones: imitar y poner en palabras lo que expresa con su rostro o su cuerpo le ayuda a reconocerlo en sí mismo.
  • Valida sin juzgar: en lugar de decir “no llores”, puedes decir “entiendo que estás triste porque se rompió tu juguete”.
  • Apóyate en el juego: el juego simbólico y el arte son formas naturales para que los niños representen y hablen de lo que sienten.

Hablar de emociones desde los primeros meses no solo ayuda a que los niños se sientan comprendidos en el presente, sino que les da herramientas fundamentales para toda la vida: construir relaciones sanas, tomar decisiones conscientes y afrontar desafíos con resiliencia.

Como padres, tenemos el privilegio de ser sus primeros guías emocionales. Cada palabra que ponemos a sus emociones es una semilla que crecerá en forma de empatía, autoconocimiento y seguridad interior.

Recuerda: criar no es solo cuidar el cuerpo, también es acompañar el mundo interior. Y hablar de emociones desde bebé es una de las formas más poderosas de hacerlo.

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